Nuestra tarea


Las llamadas del Espíritu son incesantes y están vinculadas a la historia de los hombres. Por eso, durante más de un siglo, en una escucha atenta, la Congregación ha ido afinando el oído y ha pronunciado un sencillo y fiel "Aquí estoy Señor, envíame a mí".
Es así como unas quinientas Hermanas Agustinas Misioneras se extienden por España, Italia, Brasil, Colombia, Perú, República Dominicana, Argentina, Chile, La India, China, Taiwán, Argelia, Guinea Ecuatorial, Tanzania, Kenia y Mozambique. Trabajan en Centros Educativos de diversas clases y niveles, en Residencias Universitarias, en albergues y escuelas, con niños de la calle, en  parroquias y centros de salud.
Han recibido el carisma agustiniano, don de Dios a su Iglesia, para la instauración del Reino de Dios y para aliviar las necesidades de los hombres. Son las tutoras y las tutelas de la gracia del Espíritu. Los carismas los suscita el Espíritu; el cultivo del carisma no es sino la experiencia del Espíritu. En la búsqueda de cómo adecuar y cultivar el carisma originario se está tejiendo la experiencia del Espíritu. Y en ese cultivo y adecuación, la Congregación se siente interpelada por los gritos y angustias del hombre de hoy y centra su servicio en la educación y promoción de la niñez y juventud, especialmente en aquellos ambientes más necesitados. (cf. Constituciones 8).

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