Tres lunas alargadas (en cuarto menguante y creciente) y una redonda luna llena forman la figura humana del logo del XX Capítulo General. Como fondo un sol resplandeciente, anaranjado elevándose hacia lo alto, saludando con su brillo al Dios de la vida. Podría ser el paso de la noche al día en el amanecer de María Magdalena ante el sepulcro donde habían enterrado a Jesús.
La grandeza de la naturaleza como regalo de Dios (el día y la noche) resaltan una mujer, dinámica, que busca, en movimiento… Alza las manos hacia lo alto sin dejar el bastón que le sujeta, que le ayuda en el camino, que le lleva al interior de sí misma y al compromiso evangelizador por el Reino.
María Magdalena elegida por Dios como primera testigo de la resurrección de Jesús, enviada a anunciar a los suyos la alegría pascual.
Solo desde el amor y la Palabra, es posible la búsqueda y el envío, por eso la figura humana se sumerge en el corazón y su camino se basa en la Palabra de Dios representada con unas líneas de colores que simulan las hojas del Libro de la Vida. Una línea roja (color vivo que arde en lo profundo de nosotras), otra azul (color que refleja la inmensidad del infinito que buscamos) y anaranjado (color cálido de la acogida que queremos vivir).
Nosotras, Agustinas Misioneras, llamadas a continuar la búsqueda y el anuncio de Jesús resucitado, caminamos con María Magdalena viviendo con intensidad ese amanecer ante el sepulcro y ese encuentro con el Señor.
La llama del corazón simula al arco iris, símbolo de la multiculturalidad de nuestro mundo al que estamos llamadas a responder. Mezcla de colores entrecruzando el significado de cada uno de ellos y queriendo transmitir la unidad en la diversidad para buscar a Dios y anunciarle.
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