«Yo soy judío, nacido en Tarso de Cilicia, pero educado en esta ciudad, instruido a los pies de Gamaliel en la exacta observancia de la Ley de nuestros padres; estaba lleno de celo por Dios, como lo estáis todos vosotros el día de hoy. Yo perseguí a muerte a este Camino, encadenando y arrojando a la cárcel a hombres y mujeres, como puede atestiguármelo el Sumo Sacerdote y todo el Consejo de ancianos. De ellos recibí también cartas para los hermanos de Damasco y me puse en camino con intención de traer también encadenados a Jerusalén a todos los que allí había, para que fueran castigados. Pero yendo de camino, estando ya cerca de Damasco, hacia el mediodía, me envolvió de repente una gran luz venida del cielo; caí al suelo y oí una voz que me decía: "Saúl, Saúl, ¿por qué me persigues?". Yo respondí: "¿Quién eres, Señor?". Y él a mí: "Yo soy Jesús Nazareno a quien tú persigues". Los que estaban vieron la luz, pero no oyeron la voz del que me hablaba. Yo dije: "¿Qué he de hacer, Señor?". y el Señor me respondió: "Levántate y vete a Damasco; allí se te dirá todo lo que está establecido que hagas"».
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